Crisis de la tecnología o tecnología para la crisis

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Alejandro Santos. Director de Bypass Comunicación en Salud.

Crisis de la tecnología o tecnología para la crisis

05/10/2009
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La palabra crisis se ha incorporado a nuestro léxico diario, la crisis económica, las crisis políticas, la crisis bursátil y así una larga lista de pequeñas y grandes crisis. Su impacto en nuestro entorno profesional será inevitable, no se trata de ser agorero o portador de malas noticias, sino tan sólo realista.

 

El impacto de las crisis y las consiguientes políticas de reducción de gasto o redireccionamiento del mismo son por tanto tan reales como la muerte o los impuestos.

Sin embargo, las crisis tienen una vertiente positiva incuestionable: nos hacen superar nuestras propias limitaciones, nos espolean y agudizan nuestro ingenio para evolucionar, crecer o simplemente mantenernos.

En este horizonte parece sensato apoyarse hoy más que nunca en las nuevas tecnologías y en especial en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, (TIC). Estas tecnologías han sido protagonistas del desarrollo experimentado por la sociedad moderna y son el principal desencadenante de nuestro "esparcimiento virtual".

Las TIC fueron concebidas en su día para ayudar a las compañías en la tarea de optimizar su sistema productivo mediante la innovación de herramientas informáticas y de comunicación, que permitieran facilitar el acceso a la información a segmentos de población cada vez más amplios, realizar un seguimiento de las necesidades de estos colectivos de forma activa y continua, y al mismo tiempo, reducir los costos financieros.

Esta filosofía es la que ha transformado nuestra sociedad en una aldea global.

En el campo de la salud, las herramientas tecnológicas y las TIC tienen fines equiparables en términos de optimización de resultados, cobertura de destinatarios y racionalización de gastos. A nadie se le escapa que dados los fines que persiguen estas tecnologías, su aplicación e implantación será progresiva e inevitable en el sector sanitario.

El máximo exponente de las TIC, la red de Internet, ha transformado toda nuestra sociedad, evolucionando aspectos de nuestra vida cotidiana como la educación, la comunicación, las relaciones laborales o las sociales. Paradójicamente, el entorno profesional sanitario puede parecer algo menos evolucionado si lo ponemos en relación con otros aspectos, como son las aplicaciones en el ocio o las relaciones sociales, segmentos donde las grandes compañías concentran sus esfuerzos inversores dada su alta rentabilidad.

Sin embargo, la realidad apunta a que el futuro de las TIC pasa inevitablemente por facilitar el acceso al conocimiento a través de cualquier dispositivo, en definitiva de hacer la información disponible.

Cabe preguntarse si existe una crisisque limita eldesarrollode lastecnologíasen nuestrosector

Indudablemente nuestro escenario tiene algunas limitaciones de carácter estructural heredadas de los monopolios, hoy ya oligopolios, que dificultan la implantación de algunos proyectos de I+D.

 

El ancho de banda que manejamos habitualmente puede resultar insuficiente, restringiendo la navegación y ralentizando nuestras tareas on line. Nuestras tarifas además resultan significativamente más elevadas que las que se aplican en otros países de nuestro entorno europeo. Por ello implantar una plataforma de servicios basada en TIC, que utilice grandes recursos de Internet choca sin duda con esta barrera tan conocida por otros sectores como el del comercio o el de los negocios electrónicos. Nuestras aplicaciones de software y hardware, por el contrario, están a la vanguardia aunque se confirma la tendencia del consumidor en decantarse por un buen servicio y priorizarlo sobre la compra de hardware más potente. Este nuevo escenario justifica que las ganancias de Intel disminuyeran un 90% respecto del año pasado y las de Microsoft se redujeran en un 11%.

Esta situación repercute tanto en nuestros clientes finales, es decir los profesionales de la salud, como en nuestro cliente intermedio, la compañía farmacéutica. Quizá por este motivo recibimos con frecuencia en el sector mensajes de escepticismo hacia las nuevas tecnologías. Las farmacéuticas que promueven estas iniciativas se quejan de que obtienen en nuestro país resultados muy desiguales en este campo. Algunos de estos "reveses" les llevan a desestimar proyectos que ofrecen excelentes resultados en otros países como EEUU, Francia o Alemania.

A pesar de algunas aproximaciones muy contestadas como el Info XXI o el proyecto España.es, que en muchos aspectos no han pasado de una declaración de intenciones, las dotaciones presupuestarias y las redes no han experimentado grandes avances.

Quiero puntualizar que no se trata de copiar modelos o proyectos externos, sino de aplicar metodologías y esquemas que funcionan muy bien en entornos equiparables al nuestro. Aquí, en materia de ocio se puede importar una fórmula televisiva como "Gran Hermano" con un éxito indiscutible de audiencia y sin embargo, podríamos encontrarnos con grandes dificultades para implantar modelos como el screening ginecológico contra el cáncer de cérvix que aplica Inglaterra. Todo un contrasentido.

Evidentemente los problemas derivados de las tecnologías tienen mucho que ver, pero también nuestro enfoque y nuestra mentalidad son factores determinantes.

Debemos trabajar para cambiar esa mentalidad y conseguir una evolución colectiva que permita a nuestro cliente final superar el escepticismo que arrastra por sus experiencias anteriores, aplicando nuevas fórmulas, nuevas tecnologías que nos permitan en lo posible asegurar los resultados de estas iniciativas.

Esta transformación que debe aunar experiencia tecnológica y funcional en este ámbito, sin duda será un factor determinante en el futuro.

Ciertamente son muchos los factores que pueden avocar un proyecto a un resultado insatisfactorio, como por ejemplo, la falta de promoción-comunicación con el usuario, el bajo interés de los contenidos o una concepción errónea de las funciones de la herramienta de formación. Un ejemplo clásico sería la confusión entre un curso multimedia y un e-book.

Nuestra tarea es definir estos requerimientos y responder a las necesidades que nos plantea el cliente como son: herramientas mas abiertas y flexibles que se puedan adaptar fácilmente a diferentes fórmulas educativas, programas dotados de trazabilidad tanto para el alumno como para el administrador o tutor de los servicios, aplicaciones con capacidad de generar informes y estadísticas sobre el uso y frecuencia de la plataforma, etc.

Esta es nuestra responsabilidad. Tomar una decisión final es la suya.

¿Cómopuede impulsar la crisisa lasnuevastecnologías?

Aunque aparentemente resulte paradójico, cada vez somos más los que opinamos que la situación que vivimos favorece el acercamiento de las personas a las nuevas tecnologías. De hecho, ya se está confirmando esta tendencia. Las grandes compañías, por ejemplo, han reducido los gastos de viaje y los desplazamientos de sus directivos, y las reservas de salas de videoconferencia se han duplicado en los últimos seis meses. La tecnología debe ayudarnos no sólo a reducir los costos, eso es lo más sencillo, sino a redirigir las inversiones para obtener mejores resultados. Este es el verdadero reto que se plantea.

La aplicación de las TIC en algunos campos es imparable, este es el caso de la formación continuada, la información profesional o la información update basada en la movilidad. Tengamos en cuenta que en el mundo existen ya más de 1.000 millones de dispositivos conectados a Internet. La demanda de servicios que logren hacer funcionar las aplicaciones Medical Education o e-Salud en cualquier tipo de aparato se irá incrementando. Ése es el futuro.

 

Las nuevas tecnologías nos ofrecen ventajas de las que cabe resaltar: la comodidad para el usuario, la capacidad de alcanzar segmentos amplios de población y un costo por usuario-participante asumible para el patrocinador.

 

La formación continuada on line debería ser, por lógica, una de las grandes beneficiarias de la crisis, pues con ella se reducen los gastos clásicos asociados a la modalidad presencial, se evitan desplazamientos y dietas innecesarios y se reducen las facturas hoteleras. Hoy quedan, sin embargo, algunos aspectos a mejorar, como la optimización de las tutorías o una adecuación más acorde de nuestra legislación a esta nueva herramienta.

Otra de las grandes áreas en las que se está trabajando es el desarrollo de herramientas para la visita médica virtual, como el e-detailing o el e-learning que se preconizan como alternativas futuras para la transmisión de información de producto al profesional. Estas herramientas no buscan suplantar la indispensable tarea del delegado como informador de referencia del producto, sino más bien tienen como objetivo descargarle de esta tediosa tarea, permitiendo dirigir sus recursos de tiempo a otros servicios con valor añadido para los profesionales.

Estamos comprobando como estas iniciativas van calando y tomando fuerza en el mercado. También es cierto que no todas las compañías están preparadas para afrontar estos retos que implican un nuevo enfoque en la dinámica de trabajo tanto desde el área del Marketing, como desde el área de Business Intelligence.

Todas estas TIC que han transformado el desarrollo social y científico, y son sin duda responsables de toda la evolución de los escenarios de actividades humanas que hemos vivido y estamos viviendo en el Siglo XXI, se incorporarán progresiva e inexorablemente a nuestro medio sanitario.

Encontraremos, sin duda, resistencias y obstáculos que salvar. Tendremos que convencer a algunos agentes del sector de la necesidad de utilizar cada vez más las nuevas tecnologías para asegurar un desarrollo óptimo. Obviamente, la situación económica y las limitaciones territoriales y laborales juegan a nuestro favor, ya que la tecnología se puede utilizar para sortear la crisis.

En definitiva, lo que nuestra sociedad demanda es un colectivo de profesionales de la salud con más tiempo para atender al paciente, con una información actualizada y un nivel de Medical Education solvente. No hay duda de que el reto es muy grande, pero los beneficios para el sistema sanitario que se pueden obtener son mayores aún.

Las nuevas tecnologías van a marcar el camino y probablemente no lo harán a pesar de la crisis, sino más bien gracias a ella.

No todo tiene porque ser negativo.

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