La información médico-farmacéutica en España

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A. Vasconcellos, Editor de la revista «Siete Días Médicos. MªA. Pujols, Departamento de Documentación. M. Fontboté, Directora Editorial. Ediciones Mayo.

La información médico-farmacéutica en España

09/1/2006
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Los cambios en los medios de comunicación, la globalización en la Sociedad de la Información –por utilizar dos de los tópicos más usuales– y su difusión en Internet pudieron parecer en su día una amenaza a la prensa escrita y en especial a la información biomédica. Sin embargo, en una sociedad preocupada por la disminución del índice de lectura (quizá cierto en temas de ficción), la información escrita sobre salud, ya sea sobre soporte papel o digital, sigue siendo la principal fuente de conocimiento, no sólo para el profesional de la salud, sino para la población en general. Las publicaciones o secciones sobre temas de salud y médico-farmacéuticos, tanto especializadas, como en la prensa general (impresa u on-line), se multiplican o aumentan su número de páginas y el fenómeno del «lector

 

El médico, el farmacéutico o cualquier trabajador del ámbito de la salud necesita estar cada vez más informado no sólo de los avances científicos, sino también de los temas profesionales y de política sanitaria, pues su puesto de trabajo no se basa únicamente en la excelencia de su conocimiento científico, sino también en la buena gestión de sus recursos y su adecuación a una política sanitaria establecida por su comunidad autónoma, el Ministerio de Sanidad e incluso la Unión Europea. A la vez, no sólo se le exige ejercer su labor de médico, sino colaborar en la mejora del conocimiento con tareas docentes o de investigación, e incluso pu-blicar trabajos científicos.

Por otra parte, nos encontramos con una población general cada día más interesada por su salud y la información disponible sobre ella, con un nivel de conocimientos y de educación cada día más altos y que está haciendo difuminarse la frontera entre prensa especializada y general.

Los artículos que siguen, con la firma de Ediciones Mayo, analizan el papel que desempeñan o deberían desempeñar los distintos sectores de nuestra sociedad en el ámbito de la difusión de estos conocimientos y la situación concreta de la prensa científica española, así como el papel de nuestro idioma común, el castellano, en este ámbito.

La conclusión quizá sea obvia: las necesidades han cambiado, el lector probablemente discrimina más y la calidad es ahora más que nunca el elemento diferenciador en el éxito de una publicación. Sin embargo, el papel de la publicación sanitaria en nuestra sociedad aún no tiene categoría de protagonista. Tal vez sólo sea cuestión de tiempo y de saber hacer…

La salud, «actualidad» para los españoles
A. Vasconcellos

Todavía falta mucho para que los españoles aprendamos conceptos de salud en la escuela, que es, junto con el domicilio familiar, el mejor medio para comenzar a adquirir conocimientos y sensibilizar sobre lo saludable y lo pernicioso en todos los órdenes de la vida. Pero todo se andará, queremos creer. Mientras tanto, y cada uno a su modo, autoridades y profesionales sanitarios, sociedades científicas, asociaciones de pacientes y, sobre todo, medios de comunicación corren con la responsabilidad de proporcionar educación sanitaria o simplemente informar sobre cuestiones de salud que hasta hace bien pocos años no interesaban al común de una ciudadanía menos culta y mucho menos preocupada por la salud.

Autoridad Sanitaria
La autoridad sanitaria no hace lo suficiente, en líneas generales. Ni el mi-nisterio del ramo ni, subsidiariamente, las consejerías de Salud de las comunidades autónomas, hacen aún lo bastante para, usando su influencia, introducir la disciplina Salud en los planes docentes de los centros escolares, o disponer recursos para que este quehacer forme parte del tiempo que los profesionales pueden dedicar a los pacientes. Su papel al respecto se salda, grosso modo, con campañas institucionales que pretenden básicamente tres cosas: «vender» supuestos logros del sistema muchas veces no verificables, tratar de contrarrestar el efecto de prácticas que merman las arcas del erario público, o salir al paso de problemas de salud que puntualmente causan alarma entre la población.

Profesionales
Los profesionales sanitarios españoles deberían desempeñar un papel protagonista en la educación sanitaria o para la salud, pero las condiciones de su práctica cotidiana no lo permiten, ni de lejos. La lucha, por ejemplo, de organizaciones como la Plataforma 10 Minutos, cuyo «ambicioso» objetivo es que los médicos de Atención Primaria puedan dedicar ese tiempo a cada uno de los pacientes que pasan por su consulta, es un ejemplo elocuente al respecto.

La situación en el ámbito de la Atención Especializada tiene sus propias connotaciones pero adolece de los mismos defectos. Los profesionales que prestan esta asistencia en el medio extrahospitalario están sobrecargados de trabajo y dan por supuesto que el quehacer «educador» corresponde al primer escalón, sin tener presente que el enfermo está ansioso por conocer extremos de su padecimiento que sólo él, por el hecho de ser «el especialista», le va a proporcionar. Y en el hospital, sanctasanctórum de la medicina especializada, ya sabemos cómo se salda la información, que no la «docencia». En su descargo hay que decir, eso sí, que son cada vez generadores de más información.

Y qué decir del personal de enfermería, idóneo a estos efectos pero ocupado en burocracias frustrantes que podrían ser perfectamente desempeñadas por administrativos.

Sociedades científicas
Las sociedades científicas de nuestro país no eran, hasta hace unos pocos años, entidades comprometidas con los pacientes ni con la sociedad en general. Sus intereses iban por otro lado y la comunicación no salía de sus «cuarteles», sino que se producía exclusivamente inter pares. Las cosas ahora, por fortuna, no son así sino justamente al contrario: sin apenas transición, del hermetismo academicista se ha pasado a la información inflacionista… Raro es el día que una asociación de esta naturaleza no libera una nota a los medios –y no sólo a los especializados– para dar aconocer una situación determinada: vicisitudes y demandas de su disciplina y sus representados, circunstancias específicas de la patología que atienden, carencias tecnológicas o de efectivos, realidades epidemiológicas…, y consejos básicos para que la población vaya tomando nota de lo que está en juego.

Hay que decir que buena parte de este cambio se ha producido a expensas de la incorporación de profesionales de la comunicación a gabinetes de prensa con este cometido específico, ya propios de las sociedades, ya contratados con este fin.

Asociaciones de pacientes
Las asociaciones de pacientes son un fenómeno nuevo en España llamado a expandirse en progresión geométrica. Más conscientes de sus derechos, reivindicativos y deseosos de saber lo que pueden hacer por sí mismos en pro de una mayor calidad de vida y salud, los usuarios han tomado conciencia de su fuerza como colectivos y demandan participar en un sistema teóricamente proyectado para atender sus quebrantos y proporcionarles bienestar.

Estas organizaciones, algunas armónicamente relacionadas y asesoradas por las sociedades científicas, ayudan a pacientes y familiares a comprender más y mejor sus enfermedades, a conocer los progresos científicos que en el entorno de su proceso se realizan, a tener noticia temprana del estado de las investigaciones que se llevan a cabo, a informar sobre medios y servicios a su alcance… En definitiva, que el espirítu asociativo crece, y mucho, entre los usuarios de la sanidad. Su historia no ha hecho sino comenzar.

Medios de comunicación
Sin ánimo de hacer apología de sector, puede afirmarse que los medios de comunicación son los que más hacen por la cultura sanitaria de la población española, sobre todo en los últimos tiempos. En unos pocos años, de simples gacetillas, reportajes o documentales esporádicos a propósito de algún acontecimiento o descubrimiento científico o tecnológico, se ha pasado a la omnipresencia de los temas de salud en prácticamente todos los medios generalistas.

La razón de esta tendencia no hay que buscarla en consignas edito-riales o políticas, sino en la simple demanda del mercado. Los medios, en sintonía con una sociedad más próspera y sensibilizada, se han apercibido de que la ciudadanía quiere saber más en general y, sobre todo, de aquello que le afecta directamente al bolsillo y a la salud, por ese mismo orden aunque no en la misma proporción. Es obvio que la información económica se lleva la palma, pero la sanitaria –llámese médica, científico-técnica, de investigación, etc.– ocupa espacios cada vez más amplios: desde páginas enteras a cuadernillos o suplementos integrales.

El Informe Quiral, que revisa y analiza cada año los textos sobre salud que se publican en los cinco diarios españoles de mayor difusión, contabilizó en 2004 más de 11.000 informaciones con este contenido, además de constatar una tendencia al alza. El estudio, llevado a cabo por la Fundación Privada Vila Casas y el Observatorio de Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, revela que los temas de salud más recurrentes en la prensa general española son la política sanitaria, sexualidad y reproducción, tabaco, SIDA, investigación con células madre, gripe aviar… Otros datos ilustrativos son el incremento del número de redactores con esta dedicación en los medios, la mayor elaboración de los textos y la preeminencia de textos interpretativos en detrimento de los «breves».

Prensa profesional
En el mundo de la prensa médica, como no podía ser menos, también se han operado cambios importantes. Muchos de ellos estrechamente vinculados con la explosión informativa que se ha producido a todos los niveles, y otros derivados de las nuevas tecnologías de la comunicación y las cambiantes prioridades y necesidades formativas de los lectores. La cantidad de información que se recibe y la disponibilidad de medios tecnológicos para acceder a la información son tales, que han tenido que replantearse los contenidos y acabado imponiéndose la selectividad. Todo ello, unido a la alta competitividad imperante en el sector, ha acabado seleccionando de forma natural la pervivencia de los productos que se ofrecen. En nuestro sector, como en tantos, es tiempo de calidad antes que de cantidad.

Corolario
En suma, todo apunta a un interés creciente y significativo de la población española por los temas de salud y a la existencia de condiciones para satisfacer sus expectativas al respecto, que presumiblemente abrirán el espectro de productos editoriales con estos contenidos. A la progresiva implantación del asociacionismo y la implicación de usua-rios, pacientes y familiares en las cuestiones sanitarias que les afectan, que llevará aparejado un cambio en las relaciones Administración-administrados y, también en este caso, una ampliación del mercado editorial para canalizar todo tipo de inquietudes. A la exigencia de un rigor informativo que deje a un lado el sensacionalismo y otros intereses que no sean los de la ciudadanía, amén de nutrirse de los entornos competentes en la materia. A una prensa profesional que marque las diferencias, aporte un plus de «patriotismo científico» y ponga en su lugar el maremágnum de informaciones que proliferan sin control ni contraste. Y, por supuesto, a una apertura de las instituciones e infraes-tructuras sanitarias que posibilite y propicie la participación de los usuarios y el debate general.

Los problemas sanitarios pendientes de resolución son muy numerosos en nuestro país y el crecimiento de los recursos destinados a este fin nunca corre paralelo con los avances de la medicina, lo que hace pensar que está muy lejano el día de la coincidencia. Pero hay que aprovechar este –a nuestro juicio– momento dulce para proseguir en la estela que se está dibujando. Nunca como ahora se habían dado las condiciones. Entre todos los actores señalados tene-mos que conseguir que la salud no deje de ser «actualidad» entre los habitantes de este país.

Aquí y ahora de las revistas biomédicas españolas
Mª A. Pujols

Es sabido que la investigación biomédica es una actividad necesaria para la mejora de la salud de los ciudadanos. En ciencias de la salud la relevancia de una investigación se mide por su repercusión sobre los problemas de salud y la práctica clínica, tanto desde el punto de vista de la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, como en relación con la promoción de la salud. La cuantificación y valoración de la producción científica se basa en estudios bibliométricos que miden el impacto de las investigaciones a través del número de citas que reciben los trabajos publicados en revistas consideradas «fuente» en los últimos 2 años.

Las bases de datos del Institute for Scientific Information (ISI) de Fila-delfia (EE.UU.), que registran principalmente publicaciones en inglés de tipo clínico, establecen las revistas «fuente», lo que significa que todos los artículos publicados en ellas, las referencias que aparecen en ellos y las citas que reciben se utilizan para el cómputo de indicadores bibliométricos. A partir de estas bases de datos se confecciona el Journal Citation Reports, anuario donde se publica el «factor de impacto» que nos informa de la actividad y difusión de las investigaciones. En consecuencia, recibir citas indica la difusión que ha logrado una determinada investigación y, por extensión, se considera como un indicador directo de calidad, ya que la citación de un determinado trabajo señala la relevancia o trascendencia de la contribución.

Un informe publicado en junio de 2002 sobre la Producción Científica Española en Biomedicina y Ciencias de la salud (1994-2000), realizado por encargo del Instituto de Salud Carlos III y liderado por el equipo del Dr. J. Camí, del Institut Municipal d’Investigació Mèdica (IMIM) y la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, reveló que el número de documentos publicados durante ese periodo desde España fueron 75.706, que habían acumulado un total de 307.848 citas, fundamental de artículos y revisiones. El número total de revistas utilizadas por los autores españoles para publicar sus trabajos fue de 2.637, de las que 2.590 contienen textos en inglés. En este sentido cabe destacar que el 90,4% de todos los documentos citables fueron publicados en inglés y acumularon el 98,7% de todas las citas (figura 1).


Figura 1: Documento y citas recibidas según el idioma de publicación
(España 1994-2000)

Según el citado informe, entre los años 1981 y 2000 la producción científica española en biomedicina y ciencias de la salud creció a un ritmo anual del 12%, pasando de 1.337 documentos citables en 1981 a 9.252 en 1999. En el periodo 1994-1999 se produjo un mayor crecimiento de los trabajos de medicina clínica con respecto a los de ciencias de la vida, tanto en número de documentos (9,3 frente a 8%) como de citas (16,8 frente a 11,8%). El hecho de que existiera un mayor incremento de la tasa de crecimiento interanual de citas de medicina clínica con respecto a la media de biomedicina, fue debido a una mayor actividad científica en los hospitales, que también se reflejó en la acumulación media de citas por documento en las disciplinas de ciencias de la vida (figura 2).


Figura 2. Evolución del cociente citas/documentos por subámbitos (biomedicina y ciencias de la salud 1994-1998. Documentos citables, citas restringidas a tres años).

Las revistas con mayor factor de impacto registradas en el ISI, además, forman parte de las principales bases de datos biomédicas internacionales, como MEDLINE y nacionales como el Índice Bibliográfico Español en Ciencias de la Salud (IBECS), que cubren un mayor número de revistas al representar muchas más especialidades médicas.

En cuanto al periodo 1994-2000, en el que se centra el informe sobre la producción científica española, MEDLINE indexó 32.914 documentos procedentes de aproximadamente 45 revistas publicadas en España que editan artículos en español e inglés. Desde 1999 la Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud dispone de la base de datos IBECS, que recoge literatura indexada sobre ciencias de la salud publicada en España. Actualmente incluye 139 revistas seleccionadas según criterios de evaluación basados en normas de presentación, difusión, contenido y rigor científico. Aun así, en España se publican muchas más revistas de calidad científica que no forman parte ni de MEDLINE, del IBECS ni de otras bases de datos de referencia en medicina y ciencias de la salud.

En resumen, el crecimiento de la producción científica española durante los últimos años es obvio, lo que no es óbice para formularse una pregunta: ¿son las revistas biomédicas españolas de mayor factor de impacto o las indexadas por las principales bases de datos las más utilizadas para la práctica clínica?

Bibliografía
Camí J. Impactolatría: diagnóstico y tratamiento.Med Clin (Barc). 1997; 109: 515-524.
Camí J, Suñen E, Carbó JM, Coma L. Producción Científica Española en Biomedicina y Ciencias de la Salud (1994-2000). Instituto de Salud Carlos III – Fondo de Investigación Sanitaria, Junio 20002.
Accesible en: http://www.isciii.es/paginas/fis/mapa/index.htm

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